Por: Karen Pérez Vila
No se puede negar que un violinista tocando apasionadamente su violín, o una cantante lírica que nos cante con las manos y los ojos, impactarán más nuestros sentidos y emociones, que un músico interpretando una melodía ( por más bella que sea) con una aparente fría indiferencia.
Es cierto que la expresión corporal es importante a la hora de estar en el escenario, ya sea tocando o dirigiendo. Sin embargo, son muchos los factores que nos limitan, al menos en nuestra sociedad, para poder utilizar con libertad los músculos, y dar rienda suelta a nuestros sentimientos.
En una clase, el licenciado Pablo nos dijo que en muchos casos, no es el cerebro quien domina al cuerpo, sino viceversa. Nos domina un cuerpo, muchas veces con prejuicios, con complejos, que oculta torrentes de inspiración y buenos sentimientos, pero también miedos.
Recuerdo aquella clase. El profe incluso hizo referencia a la costumbre que tenemos en el altiplano boliviano, de envolver a los bebés desde los hombros hasta la punta de los pies firmemente, quitando libertad de movimiento a los miembros superiores. Sugirió que en muchos adultos, en la mayoría de ellos, queda como secuela una timidez extrema para levantar los brazos y las manos, como queriendo tocar el cielo, lo que resta enormemente la expresividad corporal.
Lo cierto es que no podemos controlar la expresión corporal cotidiana, pero la gente de nuestro entorno sí la percibe.
La expresión corporal no solamente es importante en la música, sino en la vida diaria, ya que refleja lo que llevamos dentro. En una conversación... para expresar cariño... y hasta como catarsis de complejos procesos emocionales que puedan haber en nuestro interior.
Creo, recordando nuevamente las palabras del licenciado, que un profesor debe ser integral, amplio, y debe percibir como con un detector de humo y más en ciertas etapas (adolescencia, quiebres familiares o sentimentales) los bajones de autoestima de sus alumnos, que a la larga dejarán importantes secuelas, una de ellas, el privar a la sociedad de algo que pudo ser, en otras condiciones, productivo, fructífero y enriquecedor.
Los adultos no se libran. Hicimos una práctica para superar la timidez. Fue algo incómodo porque muchos nos encontramos con partes de nosotros que no queríamos ver. Esto nos muestra que el profesor de todo nivel, desde el ciclo inicial hasta la educación superior, debe estar alerta a la expresión corporal de sus alumnos, porque un movimiento... o la falta de él, puede darnos pistas de quiénes y cómo son.
lunes, 26 de abril de 2010
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